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La estructura de nuestra mente

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Como sabemos, no todos tenemos la misma personalidad. En el fondo, esto pasa porque tenemos distintos tipos de mentes. La mente es como una computadora que nos filtra el mundo exterior. Por esto mismo a veces discutimos y tenemos pareceres distintos sobre un mismo tema: porque tenemos mentes distintas y tenemos filtros distintos para ver las cosas. La definición de nuestras mentes distintas se puede realizar a partir de las “partes” o componentes de la mente. Por eso, en este artículo proponemos una definición de la estructura de la mente a través de los distintos rasgos que podemos tener las personas, y para darle un poco más de cercanía al artículo, yo iré situando mi propia personalidad en los distintos rasgos que exponemos como definitorios de la estructura de la mente.

Siete rasgos definitorios de nuestro tipo de mente

1. Factor introversión-extraversión. Los cerebros se pueden dividir a grandes rasgos en cerebros de introvertidos; y cerebros de extrovertidos. Los cerebros de introvertidos suelen ser cerebros de personas que les gusta las artes, que les gusta hacer actividades solos, que les gusta la ciencia, la literatura, el pensamiento, que les gusta darle vueltas a las cosas, pensar… Y los cerebros de los extrovertidos, suelen ser cerebros de personas que no le dan tantas vueltas a las cosas, que son más directos, más decididos, que no les gusta tanto el conocimiento o pensar, que no son tan sensibles y suelen ser más bruscos de modales, pero también más decididos y más sociables. Yo soy mayoritariamente introvertido, pero tengo cosas de extrovertido, por lo que vemos que la dicotomía introvertido-extrovertido no es absoluta y se puede estar entre esos dos extremos.

2. Factor nervioso-calmado. Hay personas muy activas, que siempre están haciendo cosas, que siempre están con proyectos, que no se pueden estar quietos, que no parecen cansarse nunca: están todo el día trabajando en su oficio, y al llegar a casa se ponen a cuidar el jardín; y el fin de semana cogen la mochila y se van de acampada con sus amigos o con su familia… Ellas son las personas nerviosas. Y en cambio, luego están las personas más calmadas, que no son tan activas, que no tienen tantas aficiones, que se cansan más con su trabajo y luego al llegar a casa no tienen fuerzas más que para tirarse delante de la tele y quedarse dormidos viendo una película, y luego cuando llega el fin de semana, prefieren actividades tranquilas, no demasiadas, y no demasiado cansadas…. porque se sienten agotados del trabajo de la semana y prefieren descansar plácidamente, y se sientan delante de la tele todo el fin de semana, ven una película a ratos, a ratos duermen… Ellos son las personas calmadas, que se cansan con más facilitad y que no tienen tantas energías para hacer cosas. Hay poderosos fundamentos biológicos que distinguen a las personas más nerviosas de las personas más calmadas y cansadas. En cuanto a mi mente particular… yo soy el demonio de tasmania: he pretendido ser matemático, científico, ingeniero, arquitecto, gimnasta, futbolista, escritor, psicólogo, filósofo, físico, político, músico, torero…, publicista, diseñador de videojuegos… Esta absoluta y descabellada lista de cosas que se tardarían en conseguir cada una unos 5 años, es fruto de que yo soy una persona muy activa y con muchas energías… pero es cierto que a mí muchas veces las energías se me iban a la neurona, o sea, prefería usar mis energías en hacer cosas intelectuales antes que en hacer cosas como oficios manuales. Pero es también cierto que ha veces yo la he cogido con hacer por ejemplo tal diseño de marquetería, o similares, y no parar hasta terminar… o sea, mis propias energías vitales se reparten por temporadas entre actividades intelectuales y actividad más manuales, y ahora por ejemplo me ha dado más por salir de fiesta, a bailar, a hablar con gente… y yo ahora llevo mis energías al mundo social.

La estructura de nuestra mente

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3. Factor resistencia al estrés versus falta de resistencia al estrés. Pero no confundamos el ser nervioso con el ser violento ante una situación de estrés. Hay personas que ante una situación difícil, por ejemplo, un incendio, se ponen de los nervios, empiezan a chillar, pierden el control y se comportan como nenas histéricas; y en cambio, otras personas se lo toman con más estoicismo, aguantan el tipo, se tragan el estrés, y tienen una reacción más comedida, más tranquila, menos violenta, menos fuera de quicio… Yo soy nervioso pero también soy un “sabio” estoico, así que en mi caso particular, yo aguanto muy bien el estrés y sólo me sale mi cabreo típico de vez en cuando cuando estoy delante de un capullo que se merece oír algunas de mis verdades dichas sin tapujos… Pero fuera de eso, aguanto bien el estrés y reacciono bien ante el dolor y las situaciones difíciles.

4. Inteligencia versus falta de inteligencia. Pues hay personas con más capacidad de raciocinio, de análisis, de creatividad, de buscar soluciones a los problemas, de organizarse bien, de tener ideas interesantes en su cabeza; y en cambio, hay personas menos inteligentes, que siempre hacen cosas mal, que no tienen ideas para buscar soluciones innovadoras a problemas que se presentan, que no tienen creatividad y no son capaces de ingeniar nunca nada… En cuanto a mí, es evidente que yo no me definiré a mí mismo en este aspecto, pero sólo decir que la inteligencia, entendida en sentido amplio, es una herramienta muy importante de nuestra vida que nos facilita las cosas si sabemos utilizarla y enfocarla a la solución de los verdaderos problemas (si enfocamos mal la inteligencia, esta se puede volver contraproducente).

5. Capacidad de empatía con los demás versus falta de inteligencia emocional. Muchas personas son poco sensibles, no tienen capacidad de empatía, no tienen demasiadas luces para saber lo que gusta a los demás, lo que no gusta, no tienen la capacidad de entender la mente de los demás desde la suya propia. En cambio, luego hay otras personas que tienen mayor capacidad para ser empáticos, para entender a los demás, para ser buenos psicólogos naturales, para entender las emociones propias y las emociones y sentimientos de los demás… Las personas más empáticas tienden a ser también más generosas y despegadas con los demás, porque ellos son capaces de sentir dentro de ellos mismos la alegría ajena, pero también el dolor ajeno, por eso buscan dar a los demás alegría, y quitarles dolor.

6. Optimismo versus pesimismo. Yo he visto a personas llorar porque no les arrancaba el coche y se tenían que ir a trabajar… En cambio, yo he visto a personas irse a divertir por ahí el día en el que quebró su empresa y quedaron arruinados. Quiero decir, que las personas optimistas no se amargan con las cosas malas de la vida, ellos tienen la alegría en la sangre y le ponen al mal tiempo buena cara. Y las personas pesimistas al revés, les falta sangre, se amargan por cosas insignificantes y se ahogan en un vaso de agua. Esto tiene que ver no con circunstancias externas: si no con la propia estructura biológica de nuestro cerebro, aunque ya advertimos que la educación y las experiencias pasadas tienen mucho que decir también para ser optimistas o pesimistas. De hecho, yo mismo he pasado de ser pesimista a optimista, seguramente debido a las malas expectativas que yo tuve de la vida en el pasado, que me llevaran incluso pensar a meterme a cura mientras pasaba este velatorio que era la vida… pero mi mente fue cambiando y me volví más optimista incluso en situaciones adversas.

7. Sociabilidad versus insociabilidad. Hay personas que siempre están buscando a la gente, que siempre están con amigos, o hablando con los vecinos, o se van al bar para hablar con alguien, o están en una fiesta, o están en el trabajo socializando con los compañeros, o están en una cena con la familia. En cambio, otras personas son más solitarias, rehuyen mas a la gente, no hablan con casi nadie, se encierran en su concha hermética y esperan a que la vida pase así, en soledad, entre poca gente, hablando con poca gente… En mi caso, he evolucionado, al igual que en el punto anterior, de la insociabilidad a la sociabilidad. Y es que ser insociable tiene muchas cosas negativas: soledad, aburrimiento, ansiedad, falta de cariño… Y ser sociable tiene muchas cosas positivas: amigos, diversión, plenitud vital, amores más abundantes, más sexo, más oportunidades de todo tipo… Además, las personas sociables son vistas por los demás como personas más interesantes y con más carisma positivo. Por supuesto que todos podemos intentar ser más sociables, forzando nuestra sociabilidad, buscando más a la gente, aprendiendo a tratar con los demás… Para ello aconsejamos nuestro e-book Los Pilares de la Seducción. ¿Qué? ¿Que los solitarios son felices como son y que ellos no necesitan más? Hace poco estuve leyendo una entrevista que le habían hecho al superdotado y ex-participante en el programa extinto Crónicas Marcianas de Carlos Blanco… (sí, ese chaval que es un genio y tiene no se cuantos estudios…) y ¡sorpresa! Él mismo dejó entrever que le hubiese gustado tener una juventud más normal, estando más con gente y estudiando menos… y que se sentía algo frustrado por ello. A todo el mundo le gusta ser sociable, porque es más divertido, por que se encuentran más novias, porque te lo pasas bien por ahí entre la gente… Pero a veces tendemos a reprimir nuestros deseos de socializar más, sobre todo si somos personas inteligentes e introvertidas.

Conclusión sobre la estructura de nuestra mente

Estos siete factores pueden explicar en gran parte la mente humana y las distintas formas de ser que tenemos.


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